La idílica bahía de Cartagena, escenario de innumerables historias y cuna de inspiración, se convirtió este martes en el telón de fondo de un encuentro muy especial. Arde Bogotá, la banda que ha redefinido el panorama del rock español contemporáneo y que ha resonado en escenarios a ambos lados del Atlántico, regresó a casa para ofrecer una emotiva rueda de prensa con motivo de los conciertos que ofrecerán en Cartagena Suena este viernes y sábado, 4 y 5 de julio. Ante una nutrida y expectante representación de los medios regionales, los miembros de la banda, visiblemente agradecidos y conmovidos por la calurosa acogida, desgranaron los pormenores de su fulgurante ascenso, los retos inherentes a la fama y su inquebrantable vínculo con la Región de Murcia.
Compartieron su profunda emoción por los inminentes conciertos en su tierra natal, un evento que trasciende lo meramente musical para convertirse en un verdadero hito personal y colectivo. La experiencia de volver a tocar en casa, después de haber recorrido los escenarios más importantes de España y haber cruzado "al otro lado del océano" para llevar su propuesta musical, es para ellos una "ocasión muy especial". Esta cercanía les permite, por ejemplo, que seres queridos como su abuela puedan asistir a un concierto por primera vez, algo que la vorágine de sus giras internacionales había impedido hasta ahora. La masiva recepción de público, que califican de "bárbara y absolutamente misteriosa", no solo indica el inmenso deseo de la gente por ver a la banda, sino un profundo afecto y un orgullo mutuo entre los músicos y su comunidad.
Un viaje de sueños: Del polígono de Santana al éxito global
Arde Bogotá se erige como la personificación del sueño para muchos jóvenes músicos en la zona. Con una humildad palpable, los miembros de la banda se muestran genuinamente sorprendidos por la conexión tan fuerte y arraigada que mantienen con su ciudad de origen. "La gente de Cartagena como que tiene la banda en general... la tiene como por orgullo y eso es guay", comentó uno de sus integrantes, reflexionando con nostalgia sobre cómo les hubiera gustado haber tenido una banda así como adolescentes, un referente cercano que les inspirara. Su trayectoria, un verdadero torbellino que les ha llevado del polígono de Santana, donde ensayaban con modestia, a la plena profesionalización y a "hacer cosas muy chulas" como "viajar por el mundo", es percibida por ellos mismos como una fuente vital de inspiración. Creen firmemente que su historia puede animar a otros jóvenes a perseguir sus sueños, ya sea en el teatro, el atletismo o, por supuesto, la música, demostrando que nacer en Cartagena "no es tanto impedimento como a priori podría llegar a parecerme". Este potente mensaje de empoderamiento local resuena con una fuerza inusitada en una región que ve en Arde Bogotá a sus propios profetas, superando el adagio popular de que "nadie es profeta en su tierra".
El camino hasta este punto álgido no ha sido ni fácil ni pausado. Desde sus modestos inicios hasta la actualidad, "ha sido todo muy frenético para nosotros desde el principio", confesó uno de los músicos, enfatizando el "corto periodo" de tiempo en el que han logrado consolidar un éxito tan rotundo. Han pasado de tocar en la "extinta sala Coyote" del puerto, un enclave emblemático para los artistas emergentes, a congregar a "30.000 personas en el WiZink Center", un salto cualitativo que califican de "ilusionante" y que esperan que "sirva también de gasolina para otras bandas que se forman en la ciudad". Esta vertiginosa evolución ha traído consigo una profunda y constante "responsabilidad", que los impulsa a tomarse el trabajo, la preparación de los conciertos y el meticuloso proceso de composición con una seriedad y dedicación crecientes. A pesar de la presión, la banda se siente "muy feliz" con su evolución profesional, viviendo una situación que, aunque es "fruto del trabajo y de muchas cosas", reconocen como "privilegiada" y por la que se sienten "agradecidos todos los días", una carga positiva que "pende todo el día sobre su cabeza".
La vanguardia escénica: El "Show del Eclipse" y la búsqueda de la adrenalina pura
Los conciertos de Arde Bogotá en Cartagena, con todas las entradas agotadas en cuestión de horas, son una muestra tangible de su compromiso inquebrantable con la excelencia escénica y su deseo de ofrecer una experiencia inolvidable. El espectáculo previsto es una "adaptación o una actualización" de los aclamados shows que ofrecieron en el Palacio de Deportes de Madrid y Barcelona, llevando la magnitud de esas producciones a su ciudad natal. Sin embargo, la banda adelantó su firme intención de incorporar "alguna cosa especial por estar en Cartagena", buscando ofrecer a sus vecinos y a todos los asistentes algo "diferente u original" que les "emocione al menos tanto como a nosotros".
Este ambicioso formato, que dista mucho de ser una actuación solitaria, no deja a los músicos desamparados en el escenario, contando con el respaldo fundamental de una "crew como de 30 personas" y un equipo de trabajo que supera las 40 personas si se incluye a quienes no son parte directa de la banda. El concepto de este gran espectáculo está intrínsecamente "inspirado" en los grandes montajes internacionales que ellos mismos admiran, especialmente aquellos artistas que llenan el WiZink Center y ofrecen formatos únicos que no se ven en festivales. El objetivo ulterior es "tener un espacio para conciertos multitudinarios" y "que la gente de aquí que a lo mejor no tiene que irse hasta un WiZink o hasta un gran recinto para ver eso, lo pueda ver en su casa andando". El "show del Eclipse", como lo denominan con misticismo, va más allá de un simple concierto; lo conciben como una "experiencia" inmersiva que tiene "mucho de contar una historia, de de hacer una narración, de tratar de de ligar el repertorio de la banda dentro de un mismo mensaje". Es una propuesta que roza lo "teatral o de la experiencia operística", buscando incansablemente "expandir el sonido" y ser una banda "más arriesgada" que no busca la comodidad, sino que intenta "estirar esos límites para no estar cómodos nosotros".
Pese a la imponente magnitud de estos eventos, la banda no olvida sus humildes inicios. Reconocen que ha sido un "proceso de aprender a cantar para audiencias tan grandes" y a seguir "emocionando en un espacio así", incluso cuando el público más allá de la quinta fila se diluye en un "efecto de muro negro" donde no se les ve ni se sabe si les está gustando. Curiosamente, entre la grandeza, los músicos confiesan echar de menos ciertas cosas de su primera fase.
La intrincada construcción de un espectáculo tan complejo, con elaboradas luces, escenografía y múltiples cámaras, "te encorseta en una cierta medida", limitando la "libertad artística" en favor de que el mensaje llegue de forma eficaz y que "una persona que está detrás de otras 10.000 tenga derecho a disfrutar el concierto igual". La banda añora la "sensación de adrenalina" pura de los conciertos pequeños y la emocionante sensación de "vértigo" de no saber qué va a pasar exactamente en el escenario, algo que experimentaron recientemente en una sala del tamaño de la Coyote en Los Ángeles, tocando con instrumentos alquilados en un ambiente más íntimo. Este valioso aprendizaje les lleva a intentar "trasladar" esa esencia primigenia al escenario más grande. Su constante y admirable evolución se debe también a que "nos aburrimos super rápido de las cosas", lo que les impulsa a desechar lo anterior y montar "otra cosa" continuamente, jugándose el todo por el todo en cada nuevo disco o show, una audacia que el público "lo nota" y valora.
El arte de la autenticidad: Composición, fama y compromiso social
El siguiente gran reto de Arde Bogotá, tras haber logrado "lo imposible" —que es vivir de la música y profesionalizarse con éxito—, es "hacer una carrera" sólida y duradera. No quieren ser solo una banda de "dos discos que le gustaron a la gente", sino construir una discografía que les "emocione" profundamente, les haga sentir "orgullosos" y que, "ojalá también le guste al público". Para alcanzar este ambicioso objetivo, han decidido conscientemente reducir el número de conciertos grandes este año, una estrategia calculada para "generar un espacio donde tengamos tiempo para descansar de calidad" y poder "sacar huecos para componer canciones de manera tranquila", un valioso aprendizaje extraído de la frenética experiencia con discos anteriores como Cojones.
La banda es inflexible en su enfoque creativo: "Hay que intentar dejar fuera del local todo lo que no sea que nos guste a nosotros", afirmó un miembro con convicción. Aunque el proyecto ha adquirido "mucha envergadura" y hay "mucha gente que trabaja con nosotros", el objetivo primordial es que el proceso creativo sea "igual que cuando estábamos en Santana y no nos conocía ni nuestra madre", concentrándose en crear "canciones que nos gusten a nosotros" y que les hubiera gustado escuchar en su juventud.
La gestión de la fama, que se manifiesta en situaciones tan dispares como pasar de vender su propio merchandise a que los fans sientan una incómoda "ansiedad" por no poder hacerse fotos con todos ellos, es un desafío constante y complejo. La clave, según sus propios integrantes, reside en intentar "ser normal" y en "rodearte de gente que sea capaz de decirte, 'Te estás equivocando, tío'", personas que les conozcan "desde el principio".
El hecho de ser una banda de cuatro personas, donde pueden "ver un poco cómo está el compañero" y "ayudar o ser ayudado", es fundamental para mantener el equilibrio. Además, mantener una vida personal "muy similar" a la que tenían al principio, frecuentando "los mismos bares, comemos las mismas cosas y nos relacionamos casi con la misma gente", les ayuda significativamente a "ser la misma gente". Aunque el oficio tiene aspectos únicos y glamurosos, la banda subraya que también se asemeja a cualquier otra empresa, con desafíos de "organizar gente, de conocer problemas, de nóminas, de impuestos, de salud, de conciliación familiar", aspectos que manejan con el apoyo de su "crew".
Cuentan con la fortuna de tener un equipo "muy liado" y experimentado que les ha brindado un apoyo incalculable en esta transición hacia la profesionalización, y a menudo son ellos quienes les dan "el toque" para recordarles sus responsabilidades administrativas. La prestigiosa colaboración con Enrique Bunbury en una canción, que surgió como un "deseo que pedimos a voz alta", es un ejemplo brillante de su ambición y su capacidad para conectar con referentes de la música, con anécdotas sorprendentes sobre el lado más divertido del serio Bunbury, incluyendo sus "muy buenos stickers".
Cartagena y la Región de Murcia: El nido de un fenómeno global (y la importancia de Totana)
Arde Bogotá desafía con su propia historia la narrativa convencional de que el éxito musical requiere necesariamente un éxodo a las grandes capitales. Para ellos, la "calidad de vida" que ofrecen Cartagena y el resto de la Región de Murcia es inmensamente superior a la de una metrópoli como Madrid, a pesar de la mayor frecuencia de encuentros con fans en una ciudad más pequeña. El mensaje que quieren transmitir es claro y contundente: "No hace falta irse a Madrid" para profesionalizar una banda y vivir dignamente de la música. Si bien es "evidente" que hay que viajar y mostrar la propuesta en distintos mercados, "no había que nacer en Madrid" para lograr este nivel de éxito. Esta afirmación rompe de cuajo con el "mito" de "hacer las Américas" a nivel nacional, reafirmando el inmenso potencial que emana desde la periferia.
El apoyo de los medios locales y los blogs fue crucial en sus inicios para "darse a conocer en la zona, en la ciudad, en la región", un "camino lógico" que, en su opinión, precede a cualquier "salto más" hacia lo nacional. En este contexto, la conexión con Totana se erige como un ejemplo palpable y conmovedor de esta filosofía de cercanía y reciprocidad. El periodista Juanmi López de La Gramola Encendida, con base en Totana, recordó cómo Arde Bogotá, en sus primeros pasos, le contactó para que su blog, entonces modesto, publicara la "primicia" de su incipiente canción "Antiaéreo".
La banda demostró su inquebrantable compromiso al viajar de Cartagena a Totana "a las 8 de la tarde" para una entrevista en una pequeña sala, incluso cuando ya estaban en pleno proceso de firmar contratos con Sony. Este gesto, que "valoramos mucho nosotros", es una clara muestra de su apoyo y lealtad hacia los "pequeños" medios, un principio que, aunque a veces la vorágine de la vida no les permita cumplir al pie de la letra, intentan mantener siempre. Recientemente, Arde Bogotá regresó a Totana, reforzando los lazos que nacieron en sus primeros pasos y que han perdurado a lo largo de su ascenso. Les emociona profundamente pensar que, dentro de cinco años, alguien en Ciudad de México, buscando información sobre la banda, pueda encontrar una de esas "pequeñas gemas" de entrevistas hecha en Totana, evidenciando la fascinante "interconexión mundial" que ha generado su música.
El éxito rotundo de Arde Bogotá no sería posible sin la labor incansable y profesional de empresas de producción y managers de la propia Región de Murcia, como La Culturería y La Gramola Encendida. Estas empresas les ofrecieron oportunidades cruciales, como entrevistas "profesionales" y montajes de calidad, incluso antes de la pandemia, lo que les "hizo darse cuenta" del inmenso potencial que podían desarrollar desde su propia casa. La existencia de "una industria aquí pequeñita", junto con el inspirador ejemplo de bandas murcianas consagradas como M Clan o Vivas Suecia, alimenta el sueño de las nuevas generaciones de artistas de que "lo puedo hacer desde aquí. No hace falta intentarlo desde Madrid".
La propia Cartagena no es solo su origen, sino también una musa y un refugio vital para la banda. Les gusta visitar el mirador para ir a Cala Cortina, una calita que antes era militar y ahora está abierta al público, o contemplar los dos faros desde la bahía, especialmente el faro verde, sintiendo el aire fresco y el inconfundible "olor a salitre". Aunque bromean con la curiosa costumbre de comparar cada sitio que visitan con Cartagena, reconociendo que "es incomparable" el lugar donde uno tiene sus raíces, ha jugado y ha crecido, es más que evidente el profundo amor y el orgullo que sienten por su tierra, a la que consideran "lo más grande que tenemos".
La banda aboga firmemente por que Cartagena tenga más locales de ensayo y espacios adecuados para conciertos en vivo, lamentando la escasez actual que limita la escena local. Arde Bogotá se compromete a utilizar su posición para crear "un espacio para que toque más gente" en sus propios conciertos multitudinarios y a apoyar activamente a otras bandas locales, con el objetivo de generar público y movimiento en la ciudad. El festival Cartagena Suena, donde actúan este viernes y sábado, 4 y 5 de julio, se perfila como una "semilla" para un espacio de conciertos que "pueda perpetuarse en el tiempo" y servir de "escaparate para las bandas de la región de Murcia" y de la ciudad. El sueño de tocar en el estadio Cartagonova, por ahora una quimera emocionante, sigue vivo en sus aspiraciones.
Momentos inolvidables y el sabor de casa
A lo largo de su meteórica trayectoria, Arde Bogotá ha acumulado un sinfín de experiencias inolvidables y conciertos que quedarán grabados en su memoria. Si bien su concierto de hace dos años en Cartagena fue recordado, con una sonrisa, como "la noche más calor de la historia", la experiencia en la ría de Bilbao fue para ellos, sin dudarlo, "la hostia". No solo por el concierto en sí, sino por la espectacular llegada "en barco", realizando un emocionante "paseo de 20 minutos saludando a la ría abarrotada de gente en Bilbao, tan lejos de aquí y lleno de gente con carteles de Arde Bogotá". También han tenido la suerte de tocar en lugares "muy bonitos" y escénicamente impresionantes, como un castillo en Fuengirola, la orilla del mar en la Costa Brava, la playa de Donosti, e incluso en Chile, con la majestuosa "Cordillera de los Andes" de fondo, experiencias que encuentran "muy inspiradoras".
En el plano gastronómico, cuando traen a alguien de fuera a Cartagena —una costumbre que han adoptado para que las empresas o discográficas "tengan que venir a Cartagena" para hablar con ellos—, la visita no puede terminar sin la degustación obligatoria del "asiático", una emblemática bebida típica de Cartagena que provoca "caras siempre extrañas" en los forasteros, especialmente en los "artemios", ante lo que consideran una "bomba" de sabores. Para ellos, es fundamental culminar cualquier paseo por la ciudad con esta bebida, un ritual que simboliza su profundo apego a sus raíces y su cultura. A pesar de los focos, las giras internacionales y la creciente fama, los músicos confiesan sentir todavía una genuina "vergüenza" ante la atención mediática que reciben, una muestra elocuente de la humildad que los acompaña y que esperan mantener en todo momento.
Arde Bogotá, un símbolo de orgullo regional
La rueda de prensa de Arde Bogotá en Cartagena no fue simplemente un anuncio de próximos conciertos, sino una declaración de principios. La banda no solo ha alcanzado la cima del éxito musical con un ascenso meteórico, sino que lo ha hecho manteniendo intacta su identidad, su profunda conexión con su tierra y un compromiso inquebrantable con la comunidad musical local. Su historia es un claro ejemplo de que el talento innato, el trabajo incansable y la autenticidad pueden florecer en cualquier lugar, incluso en un modesto polígono industrial de Cartagena, y proyectar su eco por todo el mundo, sin olvidar jamás el camino de vuelta a casa y la inestimable importancia de los pequeños lugares como Totana, que les abrieron sus puertas hace años. Arde Bogotá no es solo una banda; es un vibrante símbolo del orgullo regional y un faro de inspiración para todos aquellos que sueñan con trascender desde sus raíces.