Veraneando II: Ver la tele en la calle

En el verano de 1972, en la calle la Hoya, había vecinas que sacaban la tele a la calle para poder ver el Un dos tres al fresco. Ya se había superado la creencia de que la tele gastaba luz dependiendo de las personas que la estaban mirando: pensaban que cuantos más espectadores, más corría el contador.

La televisión disponía de unos cables lo suficientemente largos para que llegara hasta cerca de la puerta o la ventana. Cada vecina se llevaba su silla de tomar el fresco, formaban el corrillo y se disponían a ver el concurso. Lo que más nos gustaba era la subasta final para saber el premio que se llevaban los concursantes. A las vecinas les fastidiaba que les tocara uno malo, preferían que ganaran el coche, o mejor aún, el apartamento en Torrevieja. Luego resultó que los apartamentos que regalaban eran minúsculos, en una zona sin urbanizar y a cuatro kilómetros de la playa. Pero eso entonces no se sabía, solo se compartía el anhelo de una casa en la playa para veranear.

Aunque el Un dos tres era el programa favorito, aquel verano le ganó en expectación la noche que salió cantando Manolo Escobar. Había entre las vecinas cierto debate entre qué cantante era mejor, si Manolo Escobar o Raphael. En realidad, solo había una que estaba a favor de Raphael, pero lo defendía apasionadamente. Manolo ganaba siempre por goleada. Aquella noche las vecinas corearon La Minifalda y dos se arrancaron a bailar por sevillanas. A su manera. Las risas se oyeron en toda la calle. Otro punto que se celebró jocosamente fue el afán tocando la guitarra de Salvador, el hermano más bajito de Manolo Escobar. Éramos simples.

Ahora, las puertas y las ventanas están enclavadas para que el aire acondicionado no se escape, las pantallas resplandecen privadas dentro de las casas, las conversaciones entre vecinos se han desvanecido.

Dolores Lario

Noticias de Totana

Así lo aseguró la concejala de Cultura y Yacimientos Arqueológicos, Maribel Rubio, en respuesta a la denuncia de VOX