Tiempo de mirar al corazón: María Magdalena, testigo del perdón

A quien mucho se le perdona, mucho ama

El verano es, para muchos, un tiempo de paréntesis en la vida cotidiana, de descanso y reflexión. Lejos del ritmo acelerado del año, estos días invitan a detenernos y volver la mirada a lo esencial. Con este propósito puede ser especialmente fecundo, redescubrir figuras del Evangelio que nos inspiran y nos orientan en el camino de la fe.

Una de ellas, tan conocida como malinterpretada, es Santa María Magdalena. Mujer que representa el poder del perdón, la fidelidad del discípulo y la alegría del anuncio pascual.

El Papa Benedicto XVI, en una de sus catequesis del año 2006, sintetizó con claridad su importancia: “La historia de María de Magdala recuerda a todos una verdad fundamental: discípulo de Cristo es quien, en la experiencia de la debilidad humana, ha tenido la humildad de pedirle ayuda, ha sido curado por él, y le ha seguido de cerca, convirtiéndose en testigo de la potencia de su amor misericordioso, que es más fuerte que el pecado y la muerte”.

Esta verdad resuena también en nuestra tierra, donde la devoción a María Magdalena ha estado presente en la liturgia y en la vida popular. Así lo recoge especialmente el Padre Pedro Hernández en su libro: “Santa María Magdalena en los Evangelios”, una obra que nos invita a redescubrir el verdadero rostro de esta gran mujer del cristianismo.

1.- Santa María Magdalena: discípula fiel y testigo de la Resurrección.

Cuando hablamos de María Magdalena, entramos en el terreno de una de las figuras más significativas y, sin embargo, más distorsionadas de la tradición cristiana. Con frecuencia, ha sido confundida o identificada erróneamente con otros personajes del Evangelio y, durante siglos se le ha atribuido injustamente el estigma de "pecadora arrepentida" o incluso de prostituta. Sin embargo, un análisis riguroso y sereno de los textos evangélicos revela un perfil muy distinto: el de una mujer profundamente creyente, con un papel central en el ministerio de Jesús y, sobre todo, en el Misterio Pascual.

2.- Una discípula destacada entre los seguidores de Jesús.

El nombre "María Magdalena" hace referencia a su lugar de origen: Magdala, una ciudad situada a orillas del mar de Galilea. De ahí su identificación como "María, la de Magdala". Los evangelios canónicos coinciden en presentarla como una de las mujeres que acompañaban a Jesús y a los apóstoles durante su predicación, y que contribuían, con sus propios bienes, al sostenimiento del grupo (Lc 8,1-3).

El evangelista Lucas menciona además que de ella habían salido "siete demonios" (Lc 8,2), expresión que, en el contexto semítico, puede interpretarse como una liberación de una forma severa de sufrimiento espiritual o psicológico, y no necesariamente como posesión demoníaca. No hay ningún dato que permita afirmar que María Magdalena fuera una mujer de vida licenciosa o que se dedicara a la prostitución, a pesar de la confusión creada en la Edad Media por algunas interpretaciones interesadas o mal fundamentadas.

3.- Presente en la Pasión, Muerte y Resurrección.

María Magdalena fue una de las pocas personas que no abandonó a Jesús durante su Pasión. Todos los evangelistas coinciden en situarla junto a la Cruz, acompañada de otras mujeres, cuando la mayoría de los discípulos varones habían huido. Este dato, que podría pasar desapercibido, tiene en realidad de una enorme fuerza: María no solo siguió a Jesús en vida, sino que permaneció con Él en la hora de su sufrimiento y muerte.

Pero donde papel cobra mayor relevancia es en los relatos de la Resurrección. En el Evangelio según san Juan (Jn 20,1-18), es María Magdalena quien descubre el sepulcro vacío; quien se queda llorando junto a la tumba; y quien finalmente ve al Señor resucitado. Es también ella quien recibe el encargo de anunciar la Resurrección a los discípulos. Por este motivo, la tradición cristiana la ha reconocido con el título de la "Apóstol de los Apóstoles".

Y hay que destacar la importancia que tiene que la primera testigo del evento central del cristianismo, sea una mujer. En una cultura donde el testimonio femenino no era valorado jurídicamente, este hecho adquiere un gran peso teológico: Dios confía a María Magdalena el anuncio de la Resurrección, con lo que pasa a ser la primera misionera del anuncio Pascual.

4- Una devoción con raíces locales.

La veneración a Santa María Magdalena no es solo una cuestión teológica: su figura ha inspirado la fe y la devoción popular a lo largo de los siglos, también aquí, en Totana. En nuestra localidad, es la Hermandad de Santa María Magdalena la que asume la particular misión de mantener viva no solo una tradición, sino también una experiencia de fe, una historia de fidelidad y una memoria profundamente enraizada en el Evangelio.

Su imagen titular, atribuida al insigne escultor Francisco Salzillo Alcaraz y datada en el 2º tercio del siglo XVIII, recorre las calles de Totana cada Semana Santa, recordándonos con su belleza serena y su fuerza simbólica, la presencia viva de esta gran mujer del Evangelio. A través de esta Hermandad, la figura de María Magdalena continúa siendo anunciada, celebrada y transmitida a las nuevas generaciones.

Para concluir: María Magdalena, una figura para nuestro tiempo

Hoy más que nunca necesitamos referentes de autenticidad evangélica. María Magdalena lo es. Su vida muestra que es posible seguir a Jesús con integridad, mantenerse fiel en los momentos de oscuridad, y ser testigo del amor que vence a la muerte.

Recordarla no es un mero ejercicio de memoria, sino un acto de justicia y de esperanza:

En Totana, al igual que en tantos otros rincones del mundo cristiano, su memoria no solo se conserva: se celebra. Porque donde hay fe viva, la historia no solo se recuerda: se vive

Basílica del Santo Sepulcro de Jerusalén. Mosaico sobre el Altar que representa el momento en el que Jesús fue clavado a la Cruz, y en el que encontramos a María Magdalena antes de que esta fuese elevada.

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