Juan José, tantas veces, nos ha regalado fotos desde su ventana del Ayuntamiento, para que en cada amanecer aprendiéramos a amar a nuestra tierra, nuestro pueblo... Y hoy soy yo la que desde la ventana de mi despacho, situado justo enfrente, hago una foto de la suya. Allí tuvo, tiene y tendrá su lugar de culto, su energía y su alma perdurarán por siempre.
Los vencejos, en este crudo invierno, no han llegado a tiempo para despedirle, pero, cuando regresen en primavera, ya habrá anidado el inmenso agradecimiento en nuestros corazones y el río de lágrimas derramadas por todos los totaneros habrá hecho florecer todos los campos que tanto amaba.
Hasta siempre, compañero.
Allá donde estés, sigue cuidando de nosotros.
Aurelia García - Psicóloga