El Centro Social de Lébor acogió la inauguración del mural cerámico colaborativo “Nuestra labor permanece”, una creación realizada por vecinas de la pedanía junto a mujeres residentes en Totana procedentes de Venezuela. La obra se concibió como un homenaje directo a la fuerza, la presencia y la historia de las mujeres rurales, integrando además los valores de diversidad y migración. El mural representa un espacio donde confluyen raíces, experiencias y luchas compartidas, recordando que la ruralidad es también un lugar de acogida, encuentro y oportunidades.
La ruralidad como espacio de acogida y futuro
Leticia, técnica del proyecto Nuevo Sendero, subrayó que el mural no es únicamente una creación artística, sino un reconocimiento vivo al esfuerzo constante de las mujeres y a su capacidad de adaptarse, innovar y sostener la vida en los pueblos. Agradeció el trabajo realizado junto a Virginia Martínez y al colectivo Ministros del Aire, así como el apoyo de CEPAIM, destacando que la actividad permitió visibilizar aquello que habitualmente permanece oculto: el papel esencial de las mujeres en la comunidad.
Recordó que sus manos “han construido comunidad, han cuidado la tierra, han criado, han innovado y han mantenido vivas las tradiciones”. Señaló además que la convivencia entre mujeres de orígenes distintos “enriquece no solo el arte, sino también el futuro compartido”. Concluyó mostrando su agradecimiento por la implicación, el tiempo y la acogida de todas las participantes, y por las “ricas meriendas del Lali”, que dieron calidez a las sesiones.
Tejiendo conexiones y aprendizajes a través del barro
Virginia Martínez, directora de la actividad y miembro de Ministros del Aire, explicó que la actividad se planteó con motivo del Día de la Mujer Rural y que se trabajó específicamente con los conceptos de diversidad y migración. Las ocho participantes —Cristina, Isabel, Janneth, Lali, Margarita, Pepi, Rosangel y Yusleidy— tomaron decisiones activas en todas las fases del proceso: desde el diseño inicial hasta la composición final sobre los azulejos, eligiendo colores y elementos con la intención de que cada una pudiera reconocerse en el mural.
Para iniciar el trabajo realizaron un recorrido por varias zonas de Lébor, observando el entorno y recogiendo ideas vinculadas con la identidad local. Leyeron también un manifiesto sobre la mujer en el mundo rural, lo que propició un primer debate sobre dudas, capacidades y autopercepción. Martínez recordó que, pese a la incertidumbre inicial acerca de “saber o no pintar”, el compromiso del grupo fue total.
Agradeció a todas las personas que hicieron posible el proyecto: Fundación CEPAIM y a Leti por la coordinación; el Ayuntamiento de Totana; Francisco, encargado de la cocción de los azulejos; Mariano, responsable de la instalación del mural; la Asociación de Vecinos de Lébor y su alcaldesa pedánea, Conchi Blázquez.
Virginia destacó que su labor consistió en facilitar el proceso, aportar conocimientos técnicos y crear un espacio cálido para la reflexión sobre el valor de las labores de las mujeres tanto en el entorno rural como en los hogares y la vida comunitaria. “Ellas son las protagonistas”, insistió, recordando que el mural fue elaborado íntegramente por las participantes.
Subrayó la belleza surgida de un grupo diverso en edades y procedencias, capaz de tejer afinidades y vínculos duraderos. Para ella, esta actividad no es un final, sino “un punto y seguido” para seguir encontrándose, creando y cuidándose colectivamente. Concluyó expresando su deseo de que el mural funcione como voz para otras mujeres rurales y como pieza simbólica dentro del proyecto “Cultura del Barro”.
Ilusión, risas y vida rural en cada azulejo
Margarita, portavoz del equipo de mujeres rurales de Lébor, transmitió la emoción del grupo por haber participado en una experiencia “muy especial”, en la que no solo pintaron azulejos, sino que compartieron meriendas, risas, historias y confianza. Agradeció a CEPAIM la organización del taller y a Virginia su paciencia, motivación y acompañamiento, especialmente cuando las dudas sobre el resultado hicieron acto de presencia.
El mural representa, según explicó, el trabajo cotidiano en la vida rural: el campo, las plantas, los animales y la esencia que comparten las mujeres en su día a día. Cada pieza “tiene un poco de cada una”. Dio las gracias a la CARM, al Ayuntamiento de Totana y a la ciudadanía de Lébor por permitirles utilizar el local social, así como a todas las compañeras por su implicación.
Proteger y valorar el germen de la mujer rural
Conchi Blázquez, alcaldesa pedánea de Lébor, felicitó a Virginia Martínez por su labor y por conseguir cohesionar a un grupo de vecinas “intensas”, formando un equipo creativo y unido. Valoró especialmente la idea de que “la creatividad forma parte de la cultura”, algo que consideró plenamente reflejado en el mural.
Blázquez destacó la importancia de fomentar y proteger la figura de la mujer rural y el entorno que sostiene la vida en las pedanías, aludiendo a su papel como “germen o semilla” del municipio. También celebró que el proyecto haya reforzado las relaciones intervecinales y recordó con emoción que en 2008 inauguró el Centro Social de Lébor junto al entonces alcalde pedáneo, Juan Pagán.
El orgullo de Lébor: una pedanía que siempre consigue lo que se propone
El alcalde Juan Pagán agradeció la iniciativa de CEPAIM, felicitó a Virginia y a todas las mujeres participantes y expresó que se siente “en su propia casa” en Lébor, la pedanía donde nació. Recordó la colocación de la primera piedra del Centro Social el 30 de abril de 2006 —día de su cumpleaños— y reivindicó la importancia de la unión vecinal, que permitió levantar la ermita, la pista deportiva, el recinto de fiestas y el propio centro.
Pagán compartió anécdotas de sus años como alcalde pedáneo, subrayando la entrega de las vecinas y vecinos, y destacó la labor de Conchi Blázquez, siempre pendiente de las necesidades de la pedanía más allá de los cambios políticos. Aseguró que cualquier corporación seguirá apoyando iniciativas como esta, y expresó su satisfacción al ver el centro social “más activo que nunca”, tras una etapa más apagada.
Concluyó felicitando de nuevo a todas las mujeres por la ilusión y el corazón puestos en el mural y procedió al destape de la obra, que definió como un símbolo del orgullo y la fuerza de Lébor.
















